lunes, 11 de octubre de 2010

Bazo

En el frío el bazo se pudría
no importaba
no dolía
Con el tiempo salió el olor
sin prisa
sin calor
sin que a alguien le importara
sin dolor

En la pupila, una puerta
a las larvas abierta
en la tráquea, una calle
olvidada y desierta
en el bazo, un hogar
de carne muerta

Se habían acabado los glóbulos negros
pero el hambre no
les ofrecí los riñones
hígado, corazón
páncreas y pulmones
me deshice de la carne inútil detrás el esternón.

Perdí el interés en moverme
sin brazos ni piernas
buscar sentido era distraerme
y las larvas eran tiernas
siempre conmigo
yo era su abrigo
llegaron al cuello
se llevaron mis sentidos
mi lengua mi nariz
mis ojos mis oídos

Y de repente
quietud
esa multitud de larvas
no las sentía
ni en mi frente
ni en mi barba
ni en mi nuca
no había estado nunca así de quieto
así de obsoleto
me desmantelaron completo y me dejaron solo

Pero no era tan así
con el tiempo la quietud me iluminó
aún sentía algo dentro de mí
algo muy pequeño
revolvía mis neuronas
y de repente la paz en mi mente
volvía como un sueño

Ahora solo sabía
que había
una larva en el cerebro
feliz
tranquila

De algún modo
lo tenía todo

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